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Clases en casa

Publicado el 22/06/2020 en Académicas

A fines de mayo estuve a cargo de la apertura de un encuentro virtual de la Red Interamericana de Liderazgo Educacional (RILE), titulado Más allá del Covid 19, conversación entre líderes. Todos los que participamos acordamos que las instituciones de educación superior no serán las mismas post coronavirus. El mundo post Covid 19 será otro mundo.

Nuestra universidad, al igual que la mayoría de las instituciones de todos los países de América Latina, ingresamos de forma abrupta a un nuevo formato de escolaridad: "la escuela o la universidad en casa".  En el caso de las instituciones de educación superior – en especial en América Latina-  desde principio de siglo son cuestionadas por su poca o nula capacidad de dar respuestas a las demandas del mundo actual, con sus múltiples y aceleradas transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales.

Seguimos con planes de estudio del siglo pasado, lo que evidencia la falta de flexibilidad de adaptación a cambios y actualización de los diseños curriculares; y si bien se han implementado mecanismos de aseguramiento de la calidad en casi todos los países, persisten aún grandes diferencias en cuanto a la heterogeneidad de los niveles de calidad. Sumado a ello, América Latina es señalada por muchos estudios como una de las regiones más inequitativa del planeta. Ha crecido la desigualdad en términos de pobreza y marginalidad, y con la irrupción de las tecnologías en la sociedad del conocimiento surgió una nueva marginalidad: "los marginales de la era digital".  

La "inmersión total" a la educación "desde casa" a causa de la pandemia ha puesto en evidencia, en forma exponencial, estas desigualdades. 

Frente a esto debemos trabajar para que los Estados tomen el primer reto y podamos contar con políticas concretas como asegurar el pleno acceso a internet de buena velocidad y  contar con dispositivos inteligentes para toda la población, y en especial para estudiantes y docentes. Esto es fundamental (entre otras cosas) para aprender más y mejor en igualdad de oportunidades y para facilitar modalidades como la educación a distancia.

Los otros retos post Covid-19 tienen que ver con algunas preguntas esenciales: ¿cómo reinventarnos en periodos de crisis o inestabilidad como éste?  Hay dos cuestiones centrales que atender: primero, la vigilancia de lo pedagógico didáctico y en segundo lugar, interrogarnos sobre cómo cuidamos y fortalecemos el vínculo con el "otro", un vínculo "remoto" para garantizar el "encuentro" que hace único e irrepetible el proceso de enseñanza –aprendizaje.

Según un informe de la UNESCO, un total aproximado de 14.202.149 estudiantes argentinos de todos los niveles dejaron de asistir a centros educativos a mediados de marzo. 3.140.960 son de educación superior. 

Entonces, ante este escenario, son muchas las preguntas sobre estas dos cuestiones centrales a las que hacía referencia. Con respecto a lo pedagógico didáctico: ¿Cómo reinventarnos? ¿Qué hacer? ¿Es lo tecnológico lo único que nos sostiene?  Es solo una parte, aunque importante por cierto. Hay que atender a docentes y alumnos en esta contingencia. Los docentes no tuvimos tiempo ni de planificar o de acudir a recetas mágicas. Se torna imperativo el acompañamiento a directivos y docentes para afrontar esta nueva realidad con capacitación y asesoramiento, no solo en el uso de plataformas y herramientas tecnológicas sino también en nuevas formas de trabajo para repensar lo didáctico pedagógico en diseñar experiencias de aprendizaje acordes a esta situación excepcional. El docente puede tener un manejo excelente de las herramientas pero no es suficiente. He ahí otro gran desafío: repensar un proyecto de educación flexible y realista. Permitirnos mayor flexibilidad, discernir y seleccionar los contenidos y las actividades, qué vamos hacer y cómo las vamos hacer y no adoptar la idea de simplemente "hacer por hacer". Se nos presentan como disparadores a trabajar cuestiones que van desde la cantidad de tareas que asignamos, el manejo de los tiempos, hasta el manejo de los vínculos con el otro. El estudiante está allí, es ese "otro" que también tiene miedos, incertidumbres e interrogantes 

En nuestra universidad, pese al desconcierto inicial, hubo por parte de los docentes y de los equipos de gestión un compromiso sin precedentes. Parece una contradicción pero en estos momentos de aislamiento surgió fuerte la idea de que "solos no podemos" y se potenció como nunca antes el trabajo en equipo, el compartir con el otro las penurias o los éxitos de tal o cual clase, lo que ayuda a disminuir tensiones e incertidumbres. Y los estudiantes lo valoran como positivo. 

Resumiendo, creo que estos aspectos son algo a capitalizar post pandemia y para fortalecer a futuro.


Por Olga Bonetti. Vicerrectora académica de la UCC.

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