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La Fisiología del amor

Publicado el 13/02/2019 en Medicina y Salud

La estrategia de supervivencia más eficiente y desarrollada que permitió la complejidad de los seres vivos en general, surgió hace unos 700 millones de años en el periodo cámbrico; la denominamos reproducción sexuada.

Es común en multiplicidad de especies, y es particularmente interesante en el caso de la nuestra, los Sapiens. Dominamos  el mundo  cuando empezamos a  descubrir que la manera más eficiente de sobrevivir a la naturaleza era en comunidad; y así desarrollamos una compleja red  de grupos en donde el  comportamiento  humano  gregario facilitó superar los desafíos cotidianos y también la transmisión de la mejor genética entre nosotros.

En este contexto se desarrollaron ciertas pautas de comportamiento social que cumplían con algunos mandatos como el sentido de pertenencia, la identificación de los extraños al grupo, el apego, el instinto de cuidado a los más pequeños, a los ancianos y a los desvalidos, elementos que nos fueron diferenciando de otras especies de homínidos.

Particularmente esencial fue la estrategia de crear el núcleo mínimo que se considera más eficiente para la propagación de la especie: la familia.

En ella existen otras pautas de comportamiento que se agregan a las anteriores, como son el compromiso por cuidarse, los celos, el apego, y conductas que muchas veces resultan incomprensibles para los ajenos a una pareja, en donde claramente hay interferencias y participación de circuitos neuronales que la fisiología conoce en algunos puntos.

La reproducción sexuada humana se apoya en un conjunto de comportamientos que tiene en común el apego por el otro, sumado a una sensación de placer y bienestar, así como otros fenómenos físicos que se manifiestan como palpitaciones; sensación de mariposas en el abdomen; sudoración; dilatación pupilar; insomnio; inapetencia y muchas veces ciertas conductas que podrían verse como incomprensibles por los espectadores ajenos a quienes los experimentan cuando están juntos.

Para su mejor comprensión, podríamos agrupar estos comportamientos en tres fenómenos:

El primero sería la seducción, momento en que se observan los efectos de la testosterona y los estrógenos,  estimulados primariamente por el hipotálamo-hipófisis, dando formas a las estructuras de lo masculino y lo femenino así como pautas de comportamiento de apareamiento en el momento de la reproducción.

Un segundo fenómeno se asocia a la atracción, en donde los neurotransmisores dopamina y noradrenalina aumentan, mientras disminuye la serotonina, secretados en el hipotálamo, corteza frontal y núcleo caudado del cerebro, partes del sistema límbico, asiento de las emociones y de esas conductas descriptas que a veces resultan incomprensibles para quien no las vive en su intimidad, tanto para los positivos como lo negativos en una pareja y en un grupo.

Finalmente se puede mencionar el apego, fenómeno en donde intervienen la oxitocina y la vasopresina secretadas del hipotálamo-neurohipófisis, que también  son neurotransmisores en algunos comportamientos de cohesión de una familia; a tal punto que se denomina hormona del abrazo a la oxitocina, y que la fisiología describe su rol en el coito, el parto y la lactancia.

Esta compleja descripción de un comportamiento muy humano que todavía no entendemos en su totalidad puede resumirse en una simple palabra: AMOR.


Por Oscar Elías Chamale, Doctor en Medicina y docente de nuestra Facultad de Ciencias de la Salud,  Jefe del Servicio de Clínica Médica de la Clínica Universitaria Reina Fabiola.

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