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La Nueva Ruta de la Seda

Publicado el 07/10/2019 en Noticias UCC

Fernando Cortiñas, profesor de IE Business School y consultor internacional, visitó nuestra Universidad para hablar sobre la denominada Nueva Ruta de la Seda. Un plan estratégico considerado como uno de los ejes centrales del intento de China para convertirse en líder hegemónico mundial para el 2050, desafiando el poder de Estados Unidos.

¿De dónde nace este concepto?

Históricamente la Ruta de la Seda fue la ruta comercial más antigua, el conjunto físico de redes que unía al Lejano Oriente, China, con el Occidente. Desde el 2013 los chinos están fundando la Nueva Ruta de la Seda, que básicamente es una iniciativa basada en dinero para desarrollar infraestructuras energéticas y viales que pongan a China en el centro del mundo. Están llevando adelante proyectos en países en los que les interesa invertir: les dan dinero para desarrollar las infraestructuras con la intención de a vuelta de camino, tener materia prima, acceso a recursos y demás. El dinero oficial que el gobierno chino destina a este plan es un trillón de dólares, con 200 proyectos en más de 165 países de todos los continentes.

¿Se puede trazar un paralelismo histórico entre esta idea y el Plan Marshall?

Puede haber un punto de comparación, pero el Plan Marshall tenía por objeto reconstruir a una Europa destrozada por la guerra. Acá, los chinos están haciendo una diplomacia comercial. Ellos ven países donde les interesa invertir, o que tienen recursos, ya sean alimentos, materia prima, minerales, petróleo, energía o ubicación estratégica. Entonces, su dinámica es dar préstamos blandos pero con contraprestaciones. Por ejemplo, si no me podés pagar con dinero, me pagás con materias primas y tampoco podés, me quedo con el activo. Entonces es diferente al Plan Marshall, ya que ese plan quizás fue menos interesado y tenía menos contraprestaciones que los proyectos de la ruta de la seda.

¿Cómo llegó China a esta posición?

Fue una conjunción de factores. En el año 1976 muere Mao, quien había unificado a China a fuerza de sangre y mucho sacrificio. China era un país orientado hacia adentro y muy atrasado. En ese momento la economía china representaba menos del 2% de la economía mundial. Luego llegó un gran líder como Deng Xiaoping, que empezó a aplicar medidas capitalistas que permitieron que China creciera drásticamente. En solo 40 años el PBI chino se multiplica por 80 y empiezan a tener mayor conciencia de su poderío, pasando de ser un país orientado hacia adentro a orientarse hacia afuera con mucho más peso: 15% de la economía mundial.

El éxito se debe a la aplicación de políticas capitalistas y claramente parte de ese éxito radica en que hubo un control férreo del gobierno en cuanto al aspecto político. Hoy nos encontramos con que China empieza a tener pretensiones no solo económicas sino también geopolíticas y militares, con una clara proyección de ser potencia mundial. Eso se confluye con un líder como el presidente actual, que claramente tiene la visión de China como potencia mundial y él se ve a sí mismo como un nuevo Mao.

¿Algo o alguien puede interponerse en el ambicioso plan de China?

China está creciendo y en ese crecimiento va a molestar a los vecinos. Por el lado terrestre, está muy volcado a conquistar o tener el control de las repúblicas asiáticas, porque esos países tienen toda la energía que ellos necesitan. China también podría tener eventualmente un escenario de conflicto con Rusia, porque los rusos quieren vivir de los Urales hacia el oeste, en San Petersburgo, en Moscú. Entonces, una Rusia asiática vacía, llena de minerales, uranio, carbón, petróleo, agua, frente a una China necesitada de esos recursos, podría generar algunos escenarios de conflicto. Otras posibilidades de conflicto serían con Japón, Taiwan, Malasia, pero el mayor foco está con Estados Unidos, quien no va a querer ceder su lugar de potencia hegemónica.

¿Qué papel puede tener América Latina en esta construcción que está realizando China?

China ve a América Latina, al igual que a África, como un gran mercado a la hora de colocar sus productos industriales y como un gran reservorio de todas las materias primas que pueden necesitar. Es una visión muy similar a la que tenían los imperios europeos del siglo XIX, en el cual vos tenías un grupo de colonias que nutrían de materia prima, procesaban los productos en las metrópolis y luego les devolvían los productos con valor agregado a las mismas colonias de donde sacaban las materias primas.

En esa época Inglaterra extraía la materia prima de Argentina y te traían el capital para hacer los ferrocarriles y nosotros le pagábamos con cuero, trigo, harina, carne, lana. China está teniendo una visión neocolonial, por ahora únicamente en lo económico.

¿Hacia dónde debería mirar Argentina para generar lazos comerciales?

En mi visión personal creo que tenemos que primero fortalecer el Mercosur. Además, los países del Mercosur producen las mismas exportaciones, como por ejemplo la soja, que es lo mismo que genera Argentina, Brasil y Paraguay. Si tenemos un Mercosur fuerte, que hoy no lo hay porque faltan reglas de juego claras, podríamos negociar mejor como bloque.

En la medida que nadie nos fuerce, tenemos que estar abiertos a negociar con todos, esa es la política chilena, quienes han cerrado acuerdos de libre comercio con todos los países del mundo que quieran comercializar con ellos. Argentina tiene que ser un país orientado hacia afuera, dispuesto a integrarse al mundo y a aportar productos de valor agregado y no necesariamente materias primas. Si podemos mantener varios clientes o mercados diversificados, estaremos en mejores condiciones de poder negociar con cada uno de ellos.

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