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Liderazgo al estilo jesuita

Publicado el 05/07/2018 en Institucional

Conocí que la Universidad Católica de Córdoba era una institución jesuita en mi cursillo de ingreso, allá por 1990, donde cursé la carrera de Administración de Empresas. Una vez graduado comencé a trabajar en el área de Recursos Humanos y estudiar modelos de liderazgo y gestión del clima de las organizaciones, área donde enfoqué mi carrera, más precisamente en temas de desarrollo de talento en empresas.

Hace unas semanas atrás llegó a mis manos un libro muy interesante, que había hojeado muy rápido años atrás, que trata acerca del liderazgo al estilo de los jesuitas escrito por Chris Lowney.

Al leerlo reconocí una serie de prácticas, que vi en estos últimos veinte años en empresas donde trabajé y que ya en el siglo XVI fueron desarrolladas por Ignacio de Loyola,  que me impactaron por su vigencia en estos tiempos de la cuarta revolución industrial o economía 4.0

Esta breve reflexión personal busca transmitir algunas de estas ideas y un llamado a la acción acerca de su uso hoy, en nuestra realidad del siglo XXI.

El liderazgo según Loyola

San Ignacio de Loyola parte de la base de que todos somos líderes y dirigimos todo el tiempo, el liderazgo nos nace desde adentro y determina quién soy así como qué hago. El liderazgo no es un acto, es mi vida, una manera de vivir y que la tarea de hacerme líder es un proceso continuo que se estructura en cuatro principios. Uno, el líder entiende sus fortalezas, sus debilidades, sus valores y su visión del mundo; dos, innova confiadamente y se adapta a un mundo cambiante; tres, trata al prójimo con amor y una actitud positiva; y  cuatro, se fortalece a sí mismo y fortalece a los demás con aspiraciones heroicas.

En el entorno histórico de la Europa del siglo XVI, cuando fue fundada la Compañía de Jesús, encontramos competencias a las que San Ignacio y sus compañeros apelaron ante los diferentes desafíos por los que fueron pasando. Estas mismas competencias, que hoy aparecen requeridas como manual de liderazgo, son muy valiosas en este momento donde también estamos ante un cambio de paradigma en el mundo.

Hoy, las personas participan de talleres de autoconocimiento y desarrollo de fortalezas donde mediante la reflexión personal encuentran sus talentos, pasiones y lo emparejan con lo que la organización o el mercado donde actúan necesitan las empresas de hoy. Hace más de 450 años Ignacio encontró y diseñó los ejercicios espirituales a fin de que cada persona pueda desarrollar el conocimiento de sí mismo como un primer paso para encontrar su camino y lugar en el mundo.

Otro de los conceptos que llamó mi atención es el de la indiferencia, ese desapego de lo material, esta idea de hacer del mundo nuestro lugar, y el de buscar en todas las actividades que emprendemos el fin último de nuestras vidas sea el que fuera. Este concepto íntimamente ligado al de la innovación, la creatividad y el ingenio, aspectos claves que en este cambio de paradigma, ante el avance de la inteligencia artificial son claros diferenciadores del ser humano.

El  punto central en la filosofía Ignaciana, solo puede ser entendido como el servicio hacia los demás, hacia los más desprotegidos, ecuación que aún está pendiente en nuestra sociedad, felizmente en los últimos años varias organizaciones han avanzado implementando modelos de gestión basados en valores, participación de los colaboradores, y sobre todo programa de responsabilidad social empresaria y cuidado del ecosistema donde se encuentra.

Para poner en práctica

Me atrevo a compartir algunas conclusiones que hago a modo personal, con el solo ánimo de resumir lo que me quedó de esta lectura, que no son preceptos sino anotaciones para mí mismo, que quiero compartir:

 Aprovechá tu tiempo en la universidad, estudia, aprende, investiga aquello que te da curiosidad, pregunta, desafía a tus docentes, anótate como ayudante en alguna materia de tu interés, haz una tutoría con alumnos de los primeros cursos, duda, toma riesgos, viaja de intercambio, emprende una idea, haz pasantías, como el poeta latino Horacio nos propone, ¡carpe diem! o sea aprovecha el día!

 Conócete a ti mismo, encuentra tus fortalezas, tus pasiones, enfócate en aquellas cosas que la sociedad necesita.

 Practica el desapego, con el fin de poder librarte de la esclavitud de las cosas superfluas y sin sentido, mirando los problemas con objetividad y sin vano egoísmo, para así poder ser más ágil e innovador en la toma de tus decisiones, ya sea de negocios o personales

 Aspira a más, no con el ánimo de ser el más grande o el mejor, sino para ayudar a los demás, dejar una mejor sociedad, más fraternal más humana, el liderazgo trascendente ocurre cuando dejas huella, cuando ocurre el aprendizaje en forma sostenible y positiva.

 Por último y no menos importante, enfócate a ver siempre el vaso medio lleno, en las relaciones positivas y en la ayuda a los demás, en particular hacia aquellos que no tienen más mismas oportunidades que vos.


Por Alejandro Fernandez Floriani, Director de nuestra carrera Administración de Empresas.

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